En los recovecos del tiempo, hay tradiciones que resisten el paso implacable de los años y siguen siendo símbolos vivientes de la conexión entre el ser humano y la tierra que lo nutre. Una de estas magníficas prácticas es la pisa de uvas, un acto que trasciende la mera producción de vino para convertirse en una manifestación de nuestra herencia cultural y una invitación a saborear la esencia de la tradición

Históricamente, la pisa de uvas ha sido una técnica utilizada desde tiempos inmemoriales para extraer el preciado líquido que nos deleita en cada sorbo. A través de los siglos, ha sido testigo de la evolución de las civilizaciones y ha permanecido como un faro de luz que guía nuestros paladares hacia la excelencia.
Desde las antiguas culturas mediterráneas hasta los monasterios medievales, la pisa de uvas ha sido el punto de partida de un viaje lleno de matices y emociones. Actualmente ya no es necesario viajar hasta Europa para poder ser parte de esta tradición milenaria, existen viñedos como el de Cuna de Tierra, ubicado en Dolores Hidalgo, Guanajuato, donde cada año se celebra este ritual cultural.
Más allá de su significado histórico, la pisa de uvas ha forjado una profunda conexión con nuestra identidad cultural. Es un ritual que nos permite conectarnos con nuestras raíces, con la tierra que nos nutre y con la sabiduría de generaciones pasadas. Por doceava vez, este 26 de agosto se celebrará la Fiesta de la Vendimia de Cuna de Tierra, donde un sin fin de experiencias listas para deleitar hasta los paladares más exigentes tendrán lugar.

Quien conoce de vinos sabe apreciar la riqueza que la pisa de uvas aporta a cada botella. En cada copa, se encuentra una sinfonía de sabores y aromas que solo puede ser creada por manos expertas y pasión inquebrantable, sin embargo, gracias a Cuna de Tierra, han vuelto posible ser parte de este tributo a la paciencia y al amor por la excelencia, y que su disfrute es una invitación a apreciar la belleza de las cosas simples y genuinas.
En definitiva, la pisa de uvas es un tesoro cultural que merece ser apreciado y preservado. Es una manifestación de la dedicación humana, de la conexión profunda con la tierra y de la búsqueda incansable de la excelencia, características que aguardan a los asistentes de la Fiesta de la Vendimia, para que en cada sorbo exista un abrazo del pasado y una celebración a la cultura, de la cual ahora es posible formar parte.
