Dormir es salud

En un mundo cada vez más acelerado y con la forma de vida que se lleva actualmente, los hábitos se han modificado en función a ser más productivos y eficientes. Se busca extender aquellas actividades que puedan producir placer, satisfacción o beneficios inmediatos. Estas conductas toman predominancia en el día a día e impactan en prácticamente todos los aspectos de la vida.

Se ha vuelto común abrir un paquete de comida, meterlo al horno de microondas e incluso, comerlo del mismo empaque; por falta de tiempo para seleccionar, lavar, cortar y preparar los alimentos.

Se busca tener contacto con amigos o familiares, y al mismo tiempo estar atentos a los pendientes laborales; mantener una conversación, mientras se sostiene el teléfono celular en la mano y se mira cada 30 segundos; encender el televisor y navegar en redes sociales al mismo tiempo. Estas prácticas son cada vez más comunes.

La sensación de querer estar en todos lados y atender todo al mismo tiempo en realidad hace que no se logre poner atención en nada y que no exista una verdadera conexión. Debido a este existe un término acuñado por la psicología contemporánea llamado FOMO (Fear Of Missing Out) que se traduce como miedo a perderse de algo y se define como: “Aprehensión generalizada a que los demás puedan estar viviendo experiencias gratificantes de las que alguien está ausente”.

Este fenómeno, cada vez más notorio, también afecta a nuestro sueño, ya que en la búsqueda de estar atento a lo que sucede, se toma la decisión casi inconsciente, de perder horas de sueño bajo dos grandes premisas que resultan igual de engañosas y peligrosas. La primera es: “con pocas horas que duerma es suficiente” y la segunda: “mañana si dormiré bien y voy a recuperar las horas de sueño perdidas”.

La realidad es totalmente diferente. Según la facultad de psiquiatría de la Universidad Nacional Autónoma de México el sueño se define como un estado reversible caracterizado por un periodo de actividad motora reducida con una interacción disminuida del entorno y menor capacidad de respuesta a estímulos externos.

En este estado de reposo ocurren procesos vitales para el desarrollo de la salud en general y para poder tener más claridad al respecto es importante conocer que hay distintas etapas: sueño ligero, sueño profundo y sueño REM (Rapid Eye Movement).

Durante la fase 1 de sueño ligero, el cuerpo básicamente solo se relaja, deja de tensar los músculos y disminuye la frecuencia cardiaca; en la fase 2 el hipocampo, que es el lugar donde se va guardando el aprendizaje del día, descarga dicha información al resto del cerebro y logra que la memoria se consolide y con ella el conocimiento. En la fase 3, hay una activación del sistema linfático que es el encargado de limpiar el sistema nervioso de desechos y toxinas, y así prevenir la aparición o avance de enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer, Parkinson o demencia. La fase 4, que es el sueño profundo, ocurre la regeneración celular en donde intervienen hormonas y neurotransmisores para reparar nuestro propio cuerpo en sus diferentes tejidos (muscular, conectivo, epitelial, nervioso etc.).Por último la fase 5 REM, que es cuando se producen los sueños, es esencial para regular las emociones y lograr un equilibrio en el estado de ánimo que será predominante en el resto del día.3

Los invito a encontrar mecanismos que ayuden a mejorar la duración y calidad del sueño para poder vivir más años, con más salud y más felices.

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